Fiestas, Danzas y Tradiciones


Las fiestas populares en el municipio son las siguientes: Día primero del año. Misa, exposición del Santísimo todo el día, para que los fieles den gracias y pidan por el nuevo año que principia. Febrero 2. Se llevan a la iglesia los niños Dios y se celebra misa de función; se levanta el nacimiento y se celebran las fiestas costeadas por los que tuvieron en suerte, sacar el muñeco de la rosca de reyes. Semana Santa. Fecha movible que se celebra en el mes de marzo o abril. Las celebraciones inician el miércoles con el Prendimiento y lavatorio de pies de los apóstoles. El viernes se escenifica en vivo el Vía Crucis, con actores que se han preparado con anterioridad. Inicia en la plaza principal, frente a la parroquia y continúa por las calles que llevan al Monte Calvario; sitio donde culmina el recorrido con el acto de La Crucifixión. Después Jesús es venerado en su caja de cristal, flanqueada por los cargueros de nuestro padre Jesús que portan como distintivo una corona de espinas en la cabeza. El Sábado de Gloria se queman los judas y diablos con júbilo popular. En acto litúrgico se bendicen el agua y el fuego. El Domingo de Resurrección es un día de gran fiesta y alegría en el gremio católico, corolario de los festejos de la Semana Santa. Mayo 3. Este día se llevan a cabo los festejos de la Santa Cruz, en el barrio de San Juan. La fiesta se prepara casi con un año de anticipación; se distribuyen las diferentes comisiones entre los diputados de la festividad. Se ensaya con antelación la danza de “Moros y Cristianos”, que se presenta el día tres como parte importante del festejo. Mayo 15. Día de San Isidro Labrador, se acostumbra llevar la imagen de nuestro Padre Jesús en una gran procesión que parte de la parroquia de Santa María de la Asunción a la capilla de El Llano. Esta celebración se realiza con la intención de pedir al creador la buena cosecha. Se lleva la imagen al llano, por ser el lugar donde se localizan las tierras de labor de los campesinos de Tequisquiapan. Última semana de mayo y primera de junio. Feria Nacional del Queso y el Vino. A esta feria concurren expositores de quesos y vinos de todo el país. El centro de la feria se ubica en el jardín principal, donde diversos locales concursan con ingeniosas decoraciones. En el foro central se presentan espectáculos de danza, teatro y música, y se corona a la reina de la feria el día de la inauguración. Durante los diez días que dura la feria, se ofrecen eventos para todos los gustos como: corridas de toros, conferencias alusivas al arte culinario, muestra gastronómica, charreadas, palenque y competencias deportivas. La feria finaliza con una impresionante quema de fuegos pirotécnicos. Junio 24. El aniversario de la fundación de Tequisquiapan se realiza en el Barrio de la Magdalena, lugar donde se celebró la misa de fundación. En dicho lugar se realiza una representación teatral que escenifica el acto de fundación, en esta representación los personajes se presentan vestidos como en el siglo XVI. Para finalizar la fiesta se queman cohetes, se realizan peregrinaciones, se instalan juegos mecánicos, se ponen puestos de todo tipo de vendimias, se realiza el abanderamiento de las danzas, primeras comuniones, quema del castillo y misa de fundación. Agosto 15. Fiesta de la patrona del pueblo de Tequisquiapan, Santa María de la Asunción. En este día concurren las familias de todas las comunidades del municipio, a ofrendar y pedir a la virgen. Se hacen presentes las danzas tradicionales desde temprana hora, y durante todo el día danzan incansablemente. En esta festividad meramente religiosa se realizan confirmaciones, primeras comuniones y misa de función, ambientadas por una banda de música que toca en el kiosco de la plaza principal; terminando por la noche con la quema de castillo. Septiembre 8. Festejo en el Barrio de la Magdalena en honor a Santa María Magdalena, patrona del barrio. Hay confirmaciones, juegos populares como palo encebado, feria de juegos mecánicos, puestos con vendimias de enchiladas, gorditas, atole, tamales y frutas de temporada; por la noche se disfruta en grande la quema de fuegos pirotécnicos. Septiembre 13. Visita a la capilla del Cerro Grande. Este día se acostumbra subir al Cerro Grande, algunos lo hacen desde un día antes para estar a tiempo en la misa que se celebra este día en la capilla que se encuentra ubicada en la parte más alta del cerro. Los que se van un día antes, se pasan la noche en la capilla cantando unos cánticos monótonos y plañideros. Al otro día, después de la misa, se acostumbra hacer día de campo y al término de la comida se emprende el descenso. No se ha logrado precisar la antigüedad de esta costumbre ni tampoco el significado pero es una costumbre local no sólo de Tequisquiapan sino también de algunas comunidades vecinas como Santa Rosa Xajay, El Cerrito, Bordo Blanco y San Nicolás. Noviembre 2. Día de los Fieles difuntos. Se arreglan las tumbas con flores, se hacen responsos por los finados y se celebra misa en el panteón. En el Jardín principal se lleva a cabo un concurso de ofrendas en el que participan las escuelas del lugar y dependencias de carácter cultural y social. En barrios, comunidades y algunos hogares de la Cabecera Municipal se preparan altares con ofrendas a los seres queridos que se han ido de este mundo. Diciembre 12. Fiesta en honor a la Santísima Virgen de Guadalupe. Comienza desde la víspera con la presencia de bandas de música. La iglesia se adorna con banderas de diferentes países y con profusión de flores. Muy temprano se llevan “mañanitas” a la Virgen, que entona algún mariachi y grupos musicales del lugar. A las doce es la misa de la función a la que se acostumbra llevar a los niños vestidos de Juan Diego y a las niñas de “inditas”. También se acostumbra llevar a bendecir las imágenes de la Virgen de Guadalupe. Desde temprana hora los grupos de danzantes o “chinchines” visitan a la Virgen y luego salen de la iglesia para danzar en el jardín durante todo el día. Por la noche se quema el castillo y se da por terminada la fiesta. Diciembre 16. Inicio de la celebración de “posadas”. Esto consiste en una procesión del carro de la Posada por las principales calles del pueblo, presidido por un “misterio” San José, La Virgen y El Niñito. A los santos Peregrinos los personifican las personas que se agregan a la procesión. Se pide posada a la manera tradicional; se adornan las calles con campanas hechas de papel de china de diferentes colores; se regala ponche, atole, tamales, naranjas, tejocotes, cacahuates, mandarinas, cañas y colaciones; y se rompen piñatas en la calle que tocó el día de posada. Esto se repite durante los ocho días previos a la Natividad. Diciembre 24. Es tradicional que por la noche desfilen por las calles del pueblo, carros alegóricos, alusivos a pasajes bíblicos con escenificaciones previamente ensayadas con muchos días de anticipación por jóvenes y niños de ambos sexos. Una vez que se termina el recorrido, las familias se recogen a sus casas a degustar la cena de navidad. Diciembre 27. Día de San Juan Apóstol. Es éste día del Santo Patrono del Barrio de San Juan; las festividades tienen lugar en la capilla de la Cruz Verde. Desde la víspera se escucha el estruendo de la cohetería que aún el mismo día de la fiesta no deja de tronar. Por su parte, la banda de música de viento inicia desde temprana hora y continúa tocando durante todo el día. Luego inician las peregrinaciones de diferentes puntos del barrio, presididas por la imagen del Santo venerado, y terminan en el lugar del festejo. Por la noche se realiza la quema de fuegos pirotécnicos y concluyen la fiesta. 21 Tradiciones Cruces de ánimas Los nativos de los barrios suelen tener cruces en su adoratorio o altares familiares. Estas cruces presiden la ofrenda el día dos de noviembre y cada cruz representa a un finado; cada difunto tiene su propia cruz. Hay unas muy elaboradas y ornamentadas pero la mayoría son sencillas, de madera. Estas cruces son distintivas de las capillas de indios que se localizan en mayor número en los barrios de San Juan y la Magdalena. Bendición de las Palmas Tradición muy arraigada en el gremio católico que se celebra el domingo de Ramos, con la que inicia la Semana Santa. Se elaboran diferentes tipos de bordados con la palma; luego las prendas son llevadas al templo para que sean bendecidas y posteriormente son colocadas en la parte interior de las puertas de las casas. La creencia dice que las palmas benditas resguardan la casa de todo mal; se acostumbra también quemar la palma cuando se advierte alguna amenaza de tipo meteorológico; tormentas, fuego y vientos muy fuertes. Culto a los muertos El primero de noviembre se recuerda a los muertos chiquitos “Angelitos” y el dos de noviembre a los muertos adultos. Los preparativos comienzan días antes de los festejos. El panteón municipal se limpia de toda hierba que ha crecido durante la temporada de lluvias: las familias limpian y ponen flores en las tumbas de sus difuntos e instalan la ofrenda en sus casas. La costumbre de la ofrenda o “altar” como también se le llama, la realizan principalmente las gentes de los barrios y las comunidades. En la Cabecera Municipal se trata de rescatar esta tradición a través del concurso de ofrendas que promueve el Ayuntamiento, en donde participan los centros educativos, agrupaciones sociales y particulares. La iniciativa del Ayuntamiento empieza a dar resultados positivos pues la juventud de Tequisquiapan al participar, se ha venido reencontrando con una valiosa tradición. Leyendas Los Duendecillos Hay diferentes historias sobre duendecillos traviesos y juguetones que gustan de divertirse haciendo desatinar a la gente. Éstos pueden aparecerse casi en cualquier lugar y casi siempre andan en grupo, y sus acciones inician al entrar la noche. Una narración que versa sobre este asunto es la siguiente: “Dicen que había un hombre que aún siendo casado era muy enamorado. Así que entre otras tenía una querida en Los Tepetates, Barrio de San Juan. Una noche lluviosa decidió visitarla, tomando el camino de los Pirules (hoy paseo de los Pirules) y cuando ya casi salía de esta calle, se le aparecieron unos hombrecitos que le impedían el paso. El hombre infiel se molestó mucho y tratando de abrirse paso los insultaba con vituperios que sólo encendían el ánimo de los duendecillos; quienes decidieron darle una ejemplar lección. Se treparon en grupo sobre él y comenzaron a golpearlo, lo tiraron al suelo fangoso y arremetieron con más fuerza contra el infortunado hombre, de tal suerte que lo dejaron como espantajo; todo moreteado, con la ropa desgarrada y enlodado hasta los cabellos. Después de haber recibido tal felpa, éste Don Juan no volvió por esos lugares”. 23 La Llorona De entre las leyendas y relatos más comunes resalta la de la Llorona que se aparece en el río a los trasnochadores. Dicen que en ese lugar se ve a una mujer muy atractiva, lavando ropa pero en cuanto alguien se acerca a ella, ven su rostro horrible, semejante al de un animal deforme; y que al ser vista deja escapar tales alaridos que le pone de punta los cabellos al más valiente. Cuentan que la Llorona fue una mujer que ahogó a sus hijos y por tal motivo fue condenada a penar por el mundo en una búsqueda infructuosa de sus vástagos. Por eso se le ve sobre todo en los lugares donde hay agua. Su triste llorar va acompañado de la frase ¡Aaay mis hijos! El chan del agua En el siglo pasado, a finales de los años treinta, llegó a Tequisquiapan una humilde familia con el afán de encontrar mejores condiciones de vida. La familia estaba integraba por Doña Maura Morales, su esposo Don Serafín y su hija Julia. Eligieron un pequeño espacio en lo que se conocía en tiempos pasados como el portal de Don Pancho. Ahí improvisaban una mesita para exponer a la venta los dulces que elaboraban. La venta se realizaba por las tardes y levantaban su puesto después de las nueve de la noche, cuando la gente se recogía en sus casas. Era costumbre de ellas, al terminar la vendimia, ir a bañarse al Piojo, un lugar exclusivo para mujeres y utilizado para bañarse y lavar la ropa. Un día que se encontraban disfrutando de las delicias del baño, por el desagüe del estanque salió repentinamente un enorme animal con cara de chango, quien sentándose en uno de los lavaderos se les quedó viendo fijamente. Asustadas, salieron las mujeres casi desnudas del lugar para no volver jamás a esas horas de la noche. Al día siguiente fue la noticia del día en el Portal, contándole a la gente que se les había aparecido un animal horrible con cara de chango. Al paso del tiempo, la gente aún cuenta la narración del Chan del agua. Don Celedonio Gómez. Un personaje de leyenda. Don Celedonio Gómez fue un personaje de Tequisquiapan en los años veinte. Fue un hombre muy rico que llegó a poseer más de cien hectáreas. Precisamente con el objeto de dotar a sus tierras de agua realizó una obra hidráulica de gran importancia para su tiempo: Un ducto subterráneo al que la gente del pueblo llamaba “lumbreras”. Dicho ducto llevaba el agua desde la presa Centenario hasta sus terrenos ubicados en la Magdalena en el lugar conocido como la Vega. Su riqueza y personalidad seguramente influyeron para que se hiciera de él una leyenda. Cuentan los más versados en el asunto que don Celedonio tenía pacto con el diablo, pues acompañado de un sirviente y varias mulas se dirigía a Espíndola (cerro ubicado entre los límites de Tequisquiapan y San Juan del Río) y en este lugar entraba a una cueva en la que era recibido por unos hombres vestidos de charro con un atuendo negro; quienes ponían por condición para entrar el dejar afuera las imágenes, medallas o escapularios que los visitantes pudieran traer. Ya dentro, cargaban las mulas con oro y regresaban a la casa de Don Celedonio, quien por este hecho siempre tenía mucho dinero. Asimismo, cuentan que realizaba en su casa reuniones para sus amigos, con grandes festines nocturnos. Estas reuniones se caracterizaban por el hecho de que todos vestían de negro y comían alimentos sin sal, además, ningún sirviente o pariente podía estar presente, sólo Don Celedonio y sus amigos. Se dice que cuando Don Celedonio murió, el demonio se lo llevó en cuerpo y alma. Su cuerpo desapareció del ataúd y en su lugar sólo se vio salir una serpiente. Como había que guardar las apariencias, los parientes llenaron el ataúd con arena de tal suerte que el peso de ésta semejara al del difunto, y fue así como simularon trasladarlo al panteón.25 Las Brujas del Llano En los años treinta del siglo XX, en plena efervescencia del movimiento Cristero, la parroquia de Tequisquiapan fue cerrada al culto por algún tiempo. Las familias que buscaban algún servicio religioso, se vieron en la necesidad de ir a otro lugar. Se cuenta que en una madrugada fría del mes de diciembre, una familia de Tequisquiapan salió con destino a Cadereyta para el bautizo de un niño; se trasladaron los padres y padrinos en una carreta tirada por mulas, conducida por Don Román Chávez Frías, persona que prestaba estos servicios en aquellos tiempos. Llegaron a Cadereyta sin contratiempo y se realizó el bautizo del niño. El sacerdote celebró la ceremonia en forma privada, por las circunstancias difíciles que se vivían debido al cierre de templos. Cumplido el cometido, salieron en santa paz del templo parroquial. Era la hora de comer y la comitiva se dirigió a una fondita, invitados por los padrinos. Ahí pidieron una ollita con pulque y brindaron alegremente; la comida fue sencilla y sabrosa con tortillas hechas a mano. Satisfechos con los tragos y la sabrosa comida, les llegó la hora de regresar a casa. Salieron de la fondita haciendo comentarios sobre lo satisfactorio que había resultado el viaje a Cadereyta. Tan contentos estaban que no se dieron cuenta que se les había hecho tarde y difícilmente harían el viaje de regreso con luz del día. Don Román los conminó a subirse a la carreta para tomar camino con celeridad, buscando con ello que el tránsito nocturno que necesariamente tendrían que hacer, les afectara lo menos posible. Las mulas fueron las paganas al fin de cuentas: tuvieron que jalar la carreta a un trote más rápido que el que se les exigió en el viaje de ida. La tarde pardeaba cuando apenas cruzaban a la altura del pueblo de Ezequiel Montes; la noche los sorprendió cruzando la ranchería del Ciervo y el cuidado en la conducción del carro tuvo que hacerse más precavido por el camino de tierra nada parejo y hasta pedregoso, en algunos tramos. El relajamiento y el cansancio natural del viaje habían hecho presa del conductor y los pasajeros, quienes transitaban callados pero atentos a una posible eventualidad que pudiera presentarse en la obscura noche. De pronto, la comitiva se sintió invadida de una extraña sensación, como si algo invisible los acosara El carro avanzaba con pesadez, los animales estaban inquietos y llegó el momento en que de plano se resistieron a caminar y lo hicieron por la presión que el conductor ejerció en ellos. De pronto, se dieron cuenta que unas lucecitas como luciérnagas danzaban alrededor de las orejas de las bestias, y a los pasajeros los invadió el miedo. Al ver parajes desconocidos, el conductor se dio cuenta que había perdido el camino cuando ya estaba muy entrada la noche. Con todo esto, hombres y mujeres empezaron a rezar y las mulas sufrieron las consecuencias siendo molestadas con más furia por las brujas. Los rezos y oraciones de los viajeros brotaron de su angustia y continuaron implorando a los santos de su devoción, pidiendo que terminara la pesadilla que estaban padeciendo desde hacía ya muchas horas. Tal fue el fervor de imploración que desaparecieron las chispas de luz de las orejas de las bestias, señal de que las brujas habían dejado de molestar. A partir de ese momento, las mulas se dieron una gran sacudida y recobraron su agilidad. Don Román, conductor de la carreta, les dijo a sus pasajeros: gracias a Dios que las Brujas ya nos dejaron en paz.....Todo volvió a la calma y, poco tiempo después, reencontró el camino perdido. Al despuntar el alba, familiares y padrinos que habían ido a Cadereyta a realizar el bautizo del infante, asustados y desvelados, regresaron sanos y salvos a Tequisquiapan.26 Los Duendes del Agua En una noche cálida del mes de mayo de los años cincuentas, dos compadres que vivían en el barrio de San Juan, se encontraron el día señalado en la pulquería que atendía Don José González en la plazuela Cuauhtémoc; la cual era muy concurrida, por esos tiempos, por quienes gustaban de entrarle con singular alegría a la bebida nacional que produce el maguey de esta región queretana: el pulque, también llamado “cara blanca”, “neutle”, “néctar de los Dioses”, “muchachero”, etc. Sería como la una y media de la tarde cuando los dos alegres compadres, poniendo como pretexto el intenso calor que hacía acordaron darse una refrescadita comprándole a Don Pepe dos grandes jarros llenos del apetitoso pulque, que se ofrecía en tan singular expendio. El bullicio de los parroquianos que en gran número libaban en la pulquería, fue aumentado conforme transcurrían las horas; unos charlando amigablemente, otros discutiendo, otros jugando a la rayuela, y sin faltar los que preferían la baraja jugando la brisca y el conquián. El tiempo transcurría ligero en ese coloquio de expresiones que manifestaban los tomadores que permanecieron hasta ya entrada la noche. Nuestros personajes por consecuencia lógica, después de haber repetido una y otra vez las generosas raciones de pulque, ya habían cambiado de nombre, se embriagaron. Llegó la hora en que el negocio tenía que cerrar y Don Pepe convenció a los que ya no tan alegres compadres, más bien necios compadres, a que se fueran a sus casas. Ya era muy tarde y la noche muy obscura. En esos tiempos la iluminación en las calles era muy raquítica, un foquito de poca intensidad de luz colgando de los postes en cada esquina y en las calles largas, la oscuridad se hacía total. Abrazados y trastabillando iniciaron el difícil recorrido de regreso a sus casas. En el trayecto había que cruzar el río, sorteando con equilibrio las piedras escalonadas del lecho del río; lo cual para ellos, resultaba muy complicado en tales condiciones. No les quedaba otra alternativa más que bajarse la borrachera a como diera lugar, so pena de exponerse a una buena mojada de agua fría. Ante esta circunstancia, uno de los compadres le dice al otro: -“Chón, mejor vamos a hecharnos un baño para que se nos baje la borrachera.” Lo cual aceptó Pancho. Acto seguido se desviaron de su ruta para meterse al estanque de los lavaderos de la Huerta Grande; lugar que se llenaba con las derramas de los manantiales de los baños de la Purísima. Cuando ya estaban preparados para darse el chapuzón, trastabillaron y cayeron a las tibias aguas del estanque. Embrujados de contento por lo sabroso del baño, retozaban atarantados aún por su borrachera cuando de pronto, exaltado y sorprendido por lo que veía Pancho exclamó a gritos: -“¡Mira!, ¡Mira compadre a esos pinches enanos que andan brincando las piedras!” -“Ónde compadre”. Respondió Chon. -“Allí mero. Míralos, míralos”. Insistió Pancho. -“¡Ah jijos, de veras!” Afirmó Chon. Despavoridos como estaban, salieron del agua y se medio vistieron sin secarse. Entonces, como almas que lleva el diablo por el susto, tomaron el camino de regreso a sus casas pero antes cruzaron corriendo el río sin importarles el agua fría. Días después, ellos mismos en la pulquería platicaban lo que les pasó en aquel día de juerga, en el barrio de San Juan.